El fenómeno megalítico despierta siempre
cierto interés al que nadie es indiferente. Más allá de la incomparable belleza
otorgada por una rudimentaria arquitectura frente a otras manifestaciones como
catedrales, palacios o castillos, están las preguntas que seguramente alguna
vez nos hemos hecho: ¿cómo se hicieron?, ¿para qué sirvieron? Y aquí, en el
desconocimiento radica su principal atractivo: la fascinación por el misterio.
La ciencia da respuesta a la obsesiva
necesidad por saber y entender del hombre. El estudio de los restos
prehistóricos, menhires o dólmenes como monumentos, herramientas, huesos o
incluso de vasos o ídolos y objetos de ajuar, permite a la arqueología descifrar
las incógnitas de la Historia sustituyendo la fantasía por la realidad.
La muerte es un hecho con todas
las connotaciones negativas para el hombre, sin embargo las pirámides de Egipto
no evocan los mismos sentimientos que nuestro tradicional cementerio; tampoco
los dólmenes. Aquella gente los construyeron como culto a sus difuntos. No
obstante, algunas curiosidades despiertan cierto interés, sobre todo que el corredor,
los que lo tienen, esté orientado hacia el Este, hacia Oriente, por donde sale el
sol, como si relacionaran la muerte con
los fenómenos cíclicos del sol ante un posible retorno a la vida. Pero también
junto con la luna y las estrellas marcaban los ritmos agrícolas y ganaderos.
En Barcarrota aparecen una
multitud de dólmenes esparcidos por su término municipal. Hace unos años se establecieron
cuatro rutas hoy más que olvidadas. La denominada “Oeste y Suroeste” presenta
una especial combinación de megalitos. Comienza con el menhir La Pitera, de los
pocos que existen en Extremadura y a pocos metros dos dólmenes, La Rana y San
Blas, flanqueando una cañada real mesteña. No muy alejado de ellos se encuentra
el dolmen El Milano, el más grande de la localidad. Por último está el
imponente dolmen de La Lapita, espectacular y bien conservado.
Partiendo desde Barcarrota tomamos
la carretera EX-313 en sentido hacia Táliga. En el punto kilométrico pK 3.6
podemos ver la señalización del dolmen El Milano a la derecha, y el camino que
conduce hasta él a la izquierda de la vía. Sin embargo, pasaremos de largo para
adentrarnos a la vuelta. Es en el pK 6.1, después de la señalización “Menhir y
dólmenes” que también se encuentra a la derecha, donde giramos a la izquierda
abandonando el asfalto para tomar la cañada real mesteña, junto al descansadero
hoy reconvertido en zona de disfrute como merendero pero que no hace de esto
apenas tiempo, era usado por los pastores trashumantes de abrevadero y para la
pernoctación del ganado, pues se trata de un recinto con forma rectangular con
un cerramiento arbolado que proporcionaba refugio y abrigo.
Recorridos 1.9 km de esta vía pecuaria y en su margen derecho, dejamos el vehículo a la entrada de la finca El Cenegal. Caminando los a€proximadamente 50 metros de ancho de la cañada hacia el margen izquierdo, podremos ver el menhir “La Pitera”, en terrenos de propiedad privada (GPS: 38°30'55.123"N, 6°55'2.715"W). Se trata de un bloque granítico de cuatro metros y medio, que presenta un extremo apuntado.
Se encuentra tumbado y fracturado por la mitad, relegado y apartado de su utilidad original que, por otra parte, no son más que puras suposiciones; como símbolo fálico, calendario solar o estelar, señal territorial, monumento conmemorativo, religioso o en honor a alguien importante del clan. Su orientación Este podría apuntar una posible función ritual. Puras especulaciones.
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Dolmen La Rana |
De vuelta a la posición del
vehículo y rebasando el paso de tipo canadiense nos adentramos en la finca El
Cenagal, recorriendo unos 300 metros de la pista hasta llegar a la portera (así
se denomina aquí a la cancilla) de la parcela que da nombre al megalito de La
Rana, a la izquierda del camino. El dolmen se encuentra en la posición GPS 38°30'36.401"N,6°55'15.156"W, rodeado a escasa distancia por una charca y multitud de
majadas y zahúrdas derruidas que nos indican claramente la tradición ganadera de
estas tierras, como perenne testigo desde hace un puñado de miles de años.

Continuando de nuevo la ruta por la cañada real mesteña y avanzando aproximadamente 1 km (2.9 km desde el descansadero del inicio) buscando el margen izquierdo, llegaremos hasta la finca San Blas de Arriba. Caminamos bordeando el cortijo dejándolo a nuestra izquierda y en escasos 200 metros estaremos frente al dolmen San Blas, perfectamente camuflado entre encinas y chaparros, mimetizado en el terreno. (GPS: 38°30'19.907"N, 6°54'35.286"W). Pocos son los pasos que le separan de una pared de piedras, continuamente amenazada por la aparición de un inesperado portillo, y que sirve de guía para el caminante que decida bajar un ciento de metros para encontrarse con los restos de una torre conocida como La Ermita, pero que ningún habitante de la zona relaciona con ningún edificio de culto.
Al dolmen de El Milano se accede
siguiendo el camino anteriormente citado y que nace en el pk 3.6 de la
carretera EX-313. Ahora, ya en dirección Barcarrota lo tomamos a la derecha y
nos adentramos en torno a 800 metros. Entonces, abandonamos la senda principal y
nos desviamos hacia la bifurcación de la izquierda, más estrecha, que nos
guiará 300 metros más adelante hasta un
cortijo en su final. Es momento de poner los pies en la tierra para pasar por
el corral del cortijo y divisar un poco más abajo el dolmen (GPS: 38°30'48.348"N,6°53'55.114"W).

Parece lógico que las piedras que
forman El Milano sean de la zona, concretamente de un afloramiento granítico un
par de cientos de metros al noroeste. Sin embargo, las dos jambas de la
intersección entre la cámara y el corredor son de diorita, material que no
existe en el entorno. Una curiosidad de este dolmen está en el análisis
polínico de uno de los vasos hallados en las excavaciones arqueológicas, resultando
que el polen encontrado pertenece casi en su exclusividad a la flor de Muscari neglectum, conocida como
nazareno o cebollica de milano, y que bien
pudiera corresponder a una ofrenda floral.


Hermosina o Mezquita 1, El Palacio o Mezquita 2, Cabezo Terrazo, Tajareño, Rocamador y En Medio completan las manifestaciones dolménicas en Barcarrota. Su ubicación en hermosos entornos paisajísticos pero poco proclives a las masificaciones turísticas, que son malas compañías para el medio ambiente, permiten contemplar y disfrutar de un legado cultural que adereza el importante valor natural de la dehesa extremeña.
Esta entrada forma parte del libro "Rutas para descubrir Extremadura", patrocinado por la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y que fue presentado en el VI Encuentro de Blogueros de Extremadura, celebrado el 24 de octubre de 2015 en el Convento de La Coria, sede de la Fundación Xavier de Salas.
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